miércoles, abril 12, 2006

...y la montaña aplastó a Mahoma.

Adán , quien aun está esperando que los artífices de "Junior" le paguen los derechos de autor, se hartó un buen día del paraíso (que siempre fue muy suyo, y nunca acusó a nadie) y, tras meter la hoja de parra en el atillo, cogió al perro y se fue por donde había venido.

Se encontraba como nuevo, con ganas de olvidarse de todo, de amontonar uñas cortadas y pelusa interdedal en la mesita de noche, y de comer manzana en todas las comidas, ya muriera de cólico nefrítico o de enfermedades derivadas de la insalubridad frutal; también tenía ganas de cagar. Pero ahora sólo pensaba en comprar comida para el perro, y en encontrar un buen árbol para almorzar.
Llevando andados 3 kilómetros, con trayectorias variopintas, recordó que no existían los pueblos, así que no encontraría la típica tiendecita que no sabes qué cojones hace plantada en mitad de ninguna parte, pero que conforme le das la vuelta para ir a echar un caño (habiendo pedido previamente las llaves de la letrina al tendero) ves que hay allí mismo un pueblo de la sierra de Córdoba, la sede nacional de Protección Civil, y una franquicia del Circo Mundial, donde concurre, durante la estancia del mismo en la localidad, la flor y nata de la sociedad rupestre andaluza. Cuál sería su decepción, ante tal revelación.

Después de maldecir, varias veces, a Dios por haberle proporcionado la habilidad de crear pareados horteras, le pidió perdón a Dios, varias veces, por...

Dios estaba viendo el fútbol. La Real empataba con el Atleti a 2. ¡Mierda! Dios había puesto un 1 en la quiniela. En el minuto 98 de partido (se alargó un poco el descuento), Dios tuvo suerte. La Real ganaba "in extremis".

...emplear una redundancia al maldecirlo. Entonces, vio una laguna en la que estaba pastando un enjambre de ñúes (a Adán se la traían muy floja las acotaciones que fueran a hacer los academicistas, los biólogos, los guardabosques, y sus respectivos colegios profesionales), y pensó en montar un negocio de apuestas en las peleas de ñúes, aunque después de observar a estos animales, se desanimó al ver cómo uno remataba a otro en el suelo mediante un martillo volador, cuando su llave favorita era la sillita eléctrica.

Después de esto, se decidió por dedicarse a la metafísica, y a la introspección, barajando las distintas capas de la psique, en las cuales ahondar. Pero mientras estaba ideando un circunloquio como desenlace a la metáfora por la cual asociaba las ansias de vivir del ser humano, con la pelea continua que tienen los pelillos de los dedos de los pies con las chanclas que no separan los dedos, se acordó de que no había comprado comida para el perro. Éste se encontraba "faemino", pero "faemino" de cojones. Adán, empezó a darle vueltas a la sesera:

"A saber qué comen los perros. Yo comía animales, claro, pero ¿y ellos? ¿Otros animales? Tsch... quita, quita. Eso es canibalismo. Coño, qué graciosas son las máscaras estas, que usan los canívales de los dibujos. Jajajajaja, es que es acordarme y no parar... hummmmm.... jajajajajajaja.... hummmmmmmm......... ....... ...... ..... hummm ... y... ¿Qué estará haciendo ahora ésta? Estoy por acercarme... a ver si sabe qué come el perro, claro. Yo creo que será lo mejor. Que conste que lo hago por el chucho."

Así fue que Adán cogió al perro, y tomó el camino de vuelta, pensando en qué habría pasado si hubiera llegado a completar aquel maravilloso circunloquio.

Thus end.


Créditos.


Aparición del simpático koala (doblado por Eddie Murphy) haciendo monerías, y equivocándose varias veces en cada toma de la película, mientras bajan los títulos de crédito.

Inclusión de nombres de actores porno y de miembros de bandas terroristas en la sección de efectos de sonido.

Suena un tambor. La niña muere en Filipinas. El hombre vestido de mecánico se quita una lágrima de la mejilla, corriéndose así el rimmel que llevaba puesto. Desesperación.





Gracias a Matute por arrancarse.